Día a día en nuestro centro de tratamiento trabajamos para lograr la abstinencia y plena autonomía de todos nuestros pacientes adictos en recuperación. Bien sabemos que la adicción es una enfermedad familiar, por lo que vemos la necesidad de comenzar a trabajar con el otro 50% del problema, ya que en el caso de ausencia de recuperación familiar es menos probable que el adicto alcance y mantenga su propia recuperación
Entender la Enfermedad de la Adicción
Nuestra meta es que la familia entienda las características de la enfermedad de la adicción y así sea capaz de comprender el comportamiento del adicto. Cuanto mejor conozca la familia la enfermedad que sufre el adicto, más fácil y llevadera será la convivencia una vez termine el tratamiento.
Partimos de que la adicción es una enfermedad que puede afectar a cualquiera. Es una enfermedad crónica. La recuperación no termina sólo con estar limpios. Al abstenerse de todas las drogas (y esto también se refiere al alcohol y a la marihuana) los adictos se enfrentan a sentimientos que nunca antes pudieron enfrentar con éxito.
Los adictos comparten una serie de características concretas, que a continuación detallamos:
- Deshonestidad.
- Poca tolerancia al estrés (ante pequeños cambios se agobia y tiene deseos de escapar).
- Conducta manipuladora. Esta conducta unida a una actitud sobreprotectora de la familia dificulta mucho su recuperación.
- Pensamientos circulares y obsesivos. Una vez que entra en esta dinámica no atiende a razones.
- Negación. Presentación de pensamientos.
NOSOTROS NO SOMOS CULPABLES; NO LO HEMOS CREADO; NO LO PODEMOS CURAR
Entender la Codependencia
Hablamos de codependencia cuando: Justificamos nuestro comportamiento diciendo que es nuestra obligación hacer del adicto una persona sana y responsable. Hemos hecho todo lo que hemos podido (hablarles con sinceridad, sermonear, reñir, amenazar, castigar, negar dinero, dar dinero, usar la violencia física, sacarlos de apuros, pagar sus multas…) para cambiarlos y para que fuesen como nosotros habíamos pensado que deberían ser. Todos estos esfuerzos no habían sido más que para ejercer un control “constructivo” sobre ellos.
El exceso de preocupación por la persona adicta nos ha llevado a descuidar nuestras propias responsabilidades. Todos nosotros, en algún momento, hemos utilizado esta expresión: “¡Yo no soy precisamente quién necesita ayuda; es otra persona quien la necesita…!» Pero esa persona rechaza una y otra vez nuestra ayuda y desprecia todos los esfuerzos que efectuamos al respecto.
¿Te preguntas constantemente qué puedes hacer (que no hayas hecho ya) para ayudar a que tu familiar o amigo adicto deje de beber o usar drogas?
¿Te quedas despierto y angustiado pensando en tu familiar adicto?
¿Te sientes frustrado en tus intentos por controlarle?
¿Juegas a detectives con miedo a lo que te puedas encontrar?
¿Desapruebas el tipo de vida que lleva? ¿Su conducta te hace subirte por las paredes?
¿Encuentras cada vez más difícil comunicarte con él/ella?
¿Sientes vergüenza al hablar de este problema con alguien? ¿Mientes o disimulas por él/ella?
¿Hablas del problema de la drogadicción de tu ser querido con otros y no encuentras respuestas que te ayuden?
¿Has llamado a otras puertas sin obtener la ayuda que necesitas?
¿Crees que la solución pasaría por desprenderte del problema pero no consigues encontrar la manera de hacerlo sin sentirte egoísta?
¿Te resulta difícil encontrar tiempo para dedicarte a ti mismo?
La mejor manera de promover el cambio positivo en la persona adicta A LARGO PLAZO es que los seres queridos cuiden sus propias necesidades y de ese modo cambiar la dinámica de la relación entre el adicto y los que están a su alrededor. Es importante que los seres queridos se centren más en sus propias necesidades y menos en las de las personas adictas.
Aceptación
La ACEPTACIÓN es admitir la impotencia ante el consumo y ante la vida del adicto.
Admitir la impotencia sobre cualquier cosa, incluyendo el consumo de sustancias, puede ser visto como una derrota personal y algo de lo que avergonzarse. También puede ser visto simplemente como una declaración de humildad: la fuerza de voluntad sola no tiene éxito en los esfuerzos de uno por controlar o limitar efectivamente el consumo de sustancias y el aumento de consecuencias negativas.
Muchas personas resisten poderosamente la idea de ser impotentes sobre la adicción durante un largo periodo de tiempo, y una vez que dan ese primer paso, no experimentan ansiedad ni desesperanza, sino ALIVIO (al ser capaces de dejar ir la carga de intentar cambiar al adicto).
Soltar las Riendas
Al admitir que NO TENEMOS PODER SOBRE LAS DROGAS NI SOBRE LA VIDA DE OTRAS PERSONAS, inevitablemente debemos soltar las riendas. Cuando nos vemos involucrados en largos periodos de impotencia, donde ésta cada vez crece más, nuestras vidas se vuelven ingobernables. Es la hora de tomar conciencia y soltar las riendas.
“SOLTAR LAS RIENDAS”, nos ayuda a hacernos cargo únicamente de aquello que es nuestra responsabilidad.
SOLTAR LAS RIENDAS es temer menos y querer más
SOLTAR LAS RIENDAS no significa que ya no me importa sino que no puedo hacerlo por otra persona
SOLTAR LAS RIENDAS no es desconectarme sino comprender que no puedo controlar a los demás
SOLTAR LAS RIENDAS no es permitir que los demás se hagan daño, sino dejar que aprendan de las consecuencias de sus actos.
SOLTAR LAS RIENDAS es admitir que soy impotente y que por lo tanto los resultados no están en mis manos
SOLTAR LAS RIENDAS es dejar de culpar y de intentar cambiar a los demás y sacar el mejor partido de uno mismo
SOLTAR LAS RIENDAS no es “cuidar de” sino “interesarse por”.
SOLTAR LAS RIENDAS es no juzgar y dejar que los demás sean seres humanos
SOLTAR LAS RIENDAS es no estar en medio de todas las situaciones para controlar los resultados y dejar que los demás forjen sus propios destinos
SOLTAR LAS RIENDAS es no ser protector y permitirle a otro que se enfrente a la realidad
SOLTAR LAS RIENDAS es dejar de negar y empezar a aceptar
SOLTAR LAS RIENDAS es no engañar, reñir, ni discutir y buscar mis propios defectos para corregirlos
SOLTAR LAS RIENDAS es no ajustarlo todo a mis propios deseos y tomarme cada día como venga alegrándome de estar vivo
SOLTAR LAS RIENDAS es no criticar, no controlar, y convertirme en aquello que sueño ser
SOLTAR LAS RIENDAS es no arrepentirse del pasado y crecer y vivir para el hoy y el futuro
Este primer paso significa el final de nuestros intentos por cambiar la vida de la otra persona y el principio de un cambio profundo en nuestra propia vida.
La Comuniacación Sana
La relación entre los miembros de la familia se ha basado en controlar y “salvar” al adicto, por lo que sólo se han transmitido imposiciones y reproches, dejando casi ningún espacio para transmitir sentimientos y emociones. Es necesario que se transmita afecto entre el adicto y la familia: hablar de cómo me siento y cómo me gustaría que la otra persona actuara.
Es fundamental un clima neutral para que se empiecen a establecer nuevas relaciones basadas en el respeto y la confianza.
El principal objetivo es reducir el coste emocional y fomentar la responsabilidad entre todos los miembros para mantener una comunicación asertiva.
El Despego
MANTENER LA DISTANCIA: basar la relación con el adicto/a en el apoyo y respeto mutuo, permitiendo a cada parte elegir dignamente.
¿Cómo podemos cambiar la forma en la que nos relacionamos con el adicto de tal forma que podamos ser honestos, cuidemos de nosotros mismos y permitamos al adicto ser más responsable? = MANTENIENDO LA DISTANCIA.
Para esto tenemos que aprender a despegarnos de las acciones del adicto: apegarse es involucrarse es exceso de varias formas:
Podemos preocuparnos excesivamente por una persona o un problema
Podemos preocuparnos excesivamente y tratar de controlarlos
Podemos volvernos niñeras (rescatadores, facilitadores)
Los problemas que causa el apego son muchos, sobreinvolucrarnos de alguna manera puede mantenernos en un estado de caos; además puede mantener a la gente que nos rodea en ese estado. Si concentramos toda nuestra energía en la gente y en los problemas, nos queda poco para el acto de vivir nuestra propia vida. Si tomamos toda la responsabilidad nosotros, no queda nada para la gente que nos rodea.
Hemos desarrollado una actitud de apego, de preocuparnos, reaccionar y obsesivamente tratar de controlar, porque sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas (pensamos que el adicto podría hacer las cosas de otra manera, de una forma que creemos que no causaría tantos problemas), pero no es así.
Nuestro afán de controlar bloquea la capacidad de los adictos para crecer y madurar. El control es una ilusión, no funciona, no podemos controlar la adicción.
NO TENEMOS QUE HACERLO ASÍ (CONTROLAR). Existe otra manera; el desapego.
El desapego es liberarnos o apartarnos de una persona o problema con amor (sin ira, rencor, agresividad). Mental, emocional y a veces físicamente nos desembarazamos de nuestro involucramiento insano (y a menudo doloroso) con la vida y responsabilidades de otra persona, y de los problemas que no podemos resolver. El desapego se basa en la premisa de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no sirve de nada. Si el adicto ha fabricado desastres a sí mismo le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos ser como es en realidad. Le damos libertad de ser responsable y de madurar. Y nos damos nosotros mismos la misma libertad.
¿Cuándo debemos despegarnos?
Cuando no podamos dejar de pensar, de hablar acerca de, o de preocuparnos por algo o alguien.
Cuando creemos que ya no podemos seguir viviendo con el problema con el que hemos estado tratando de vivir.